-Como no sea así no se que va a ser de mi. Hace tres miserables días que lo vi y ya siento que hace una eternidad que su mirada estuvo clavada en la mía.
-Tranquila. Piensa que volverás a verlo.
-De eso es de lo que realmente tengo miedo.
-¿De qué?
-De que cuando lo vea en el concierto, ya no lo volveré a ver Ruth. Y es mi vida.
Me secó las lágrimas con el pulgar mientras me abrazaba.
-Tengo que irme a casa, pero si necesitas cualquier cosa, estoy justo ahí en frete.
Asentí con la cabeza mientras se alejaba escaleras abajo.
Para que os voy a mentir, Ruth me conoce y sabe cuando me pongo así. No se fue por que tuviera cosas que hacer, se fue por que sabía que necesitaba estar sola.
Desde que Justin estuvo tan cerca de mi, todo lo que sentía hacia él cambió. Justin era mi ídolo, amaba su música, de la manera que se había superado, estaba orgullosa de aquel pequeño que a pesar de todo, salió adelante. Que luchó por lo que le gustaba y que hizo de un sueño una realidad.
Después de haber estado a su lado a pesar de haber cruzado solo tres insignificantes palabras, me sentía de otra forma. Ya no veía a Justin solo como mi ídolo. Ya no podía pensar en él solo como una belieber, ya no.
Sentía la necesidad de besarlo, de que fuese solo mio. Tenía la necesidad de reír con el, de sentirme suya, de hacer todas esas cosas que una chica desea hacer con su novio.
Algo sonó en la habitación que hizo que me distrajese.
Era mi iPhone. Alguien estaba llamándome.
''Christian'' apareció en la pantalla mientras vibraba por toda la cama.
Un ''paso'' salió de mi boca a la vez que tapaba mis oídos intentando así no cogerlo. ''¿Y si es importante?'' pensé al instante. ''Nunca llama''
-¿Sí?
-¿Ann? ¿Eres tú?. - preguntaba una voz algo extraña.
-Sí. ¿Quién es?
-Soy Lourdes, la madre de Chris.
-Me he asustado. Christian nunca me llama. Bueno, llamaba.
-Ann, ven al hospital, por favor. No para de preguntar por ti.
-¿Qué ha pasado? ¿Esta bien? Por dios Lourdes, ¿Chris está bien?
-No lo sé. La policía vino a casa y me avisó de que ha tenido un accidente. Todavía no lo he visto y estoy muy asustada. Ven por favor. Los médicos me han dicho que no para de repetir el nombre de una chica. Me dijeron tu nombre y automáticamente te llamé. Te necesita más que nunca Ann. - dijo entre llantos.
-Joder.
Me puse unos vaqueros, las primeras uggs que pillé y un chaleco. Me dejé el moño que tenía y cogí mi bolso.
Salí corriendo de casa. No podía impedir que las lágrimas salieran de mis ojos.
Por suerte, un taxi giraba la esquina. ''¡EH! ¡EH!, ¡TAXI!'' empecé a gritar cual loca, hasta que este paró.
-¿Dónde señorita?
-Al Hospital General por favor. - balbuceé.
Tomó el camino más corto, o eso me aseguró el taxista.
Fuese o no fuese así, el camino se hizo interminable. No sé como ni porqué, pero nunca antes tuve la sensación de que se me iba la vida. No sabía como estaba y aquel taxi no era capaz de llegar.
Empecé a sudar. Las manos me temblaban al igual que las piernas.
Baje del taxi mientras escuchaba a mis espaldas voces diciendo que estaba loca y que a dónde iba. Y tenían razón. Probablemente estuviese loca y ni yo misma sabía a donde iba, pero tenía que llegar al Hospital, y en coche no iba a hacerlo.
Recorrí varios callejones hasta que en la gran avenida vi el Hospital en el fondo.
-¿Sí?
-Soy yo Lourdes, Ann. He venido lo más rápido que he podido. ¿Dónde estás o estáis?
-En urgencias.
Colgué rápidamente y eché a correr.
Allí estaba, con unas gafas de sol y el pelo algo alborotado.
Moví las manos en el intento de que me viese, pero debía estar demasiado nerviosa para ir fijándose en todo el que movía las manos.
''Lourdes'' grité. Todo el mundo se giró menos ella.
''Lourdes'' esta vez me acerqué algo más.
-Gracias a Dios. No sé que ha pasado Ann. Estoy demasiado nerviosa. No he visto a ningún médico desde que hablé contigo y tampoco he visto a Chris.
-Tranquila, no le ha podido pasar nada. - dije intentando calmarla mientras la abrazaba.
Me acerqué al mostrador de información.
-Perdone, ¿Sabe algo de un joven que ha tenido un accidente? No nos han dicho nada más.
-Pelo castaño ¿verdad?
-Sí.
-Un momentito.
Y desapareció entre los carritos de insulina.
Pasaron como unos cinco minutos. Cinco minutos en los que Lourdes no paraba de llorar y yo cada vez estaba más nerviosa.
Sonó mi iPhone y dio un pequeño salto.
''No te preocupes'' le dije.
-¿Ann?
-Dios mio Ruth.
-Me dijo tu madre que saliste corriendo de casa. ¿Qué ha pasado? ¿Dónde has ido?
-Es Christian Ruth. Ha tenido un accidente. Estoy en urgencias con su madre.
-No llores. Tranquila. ¿Él está bien?
-No lo sé, no lo he visto. Ruth tengo mucho miedo. No le puede pasar nada.
-Escucha música.
-¿Eres estúpida? No estoy para ponerme a escuchar música ahora. Lo que necesito es una puta tila. Tengo que verle Ruth. ¿Y si está mal?
-Escucha ''Be alright''
El corazón me dio un vuelco al escuchar ''Be alright''. Pensé automáticamente en Justin y sentí que bombeaba más sangre de la que debía.
-¿Ann? ¿Estás ahí?
-Sí.
-Escuchala. Sabes que te ayuda. Necesitas su música ahora.
-No necesito su música, lo necesito a él.
-Él está contigo.
-¿Puedes venir?
-Claro, estoy de camino. ¿Piensas que no iba a ir a ver al novio de mi mejor amiga?
-No somos novios.
-Ex, perdón.
''Ann, Ann'' sentí como Lourdes me llamaba. ''Está aquí el medico''.
Colgué entonces el telefono y me dirigí hacia ellos.
-¿Como está doctor? ¿Está bien? Dígame por favor.
Parecía yo más preocupada que la propia madre.
-¿Su pareja? - pregunto el doctor.
-Ex pareja. ¿Acaso importa eso?
-Está mal. - dijo dirigiendose a Lourdes. - Es usted la madre ¿verdad? - siguió.
-Si soy yo. - aclaró Lourdes.
-El accidente ha sido bastante grabe. Iba en moto y un coche se saltó el semáforo. Salió volando y se le abrió el casco.
-¿En moto? - pregunté atónita. - Él no tiene moto.
-Era de Matt Ann. Me dijo que hoy saldrían. - aclaró Lourdes.
-¿Quieren pasar a verlo? - pregunto mientras ojeaba el parte médico.
-Obviamente. Pero ¿está despierto? - pregunté.
-No, ahora mismo no. - dijo el doctor.
-Pero esta bien, ¿verdad? ¿Se recuperará?
-Si señora. Por suerte su hijo aterrizó en césped y no en asfalto.
-Dios mio. - me llevé las manos a la cabeza.
Vi a Ruth llegar a lo lejos.