viernes, 26 de abril de 2013

CAPITULO 11.

-No olvidaré este día jamás. - dije intentando que el nudo que se me formó en la garganta no fuera percibido.
-Lo sé Ann. Y sé que él tampoc..
-Para. - intenté adelantarla para dirigirme a casa, pero me agarró del brazo.
-Ann.. - formó una pausa que para mi fue interminable. -Sabes que siempre tengo razón. - siguió mirándome a los ojos.
-Esta vez no Ruth. Ahora si que no.

Me fui y la dejé allí. Solo tenía ganas de llegar a mi casa y acostarme, si es que podía dormir.

Abrí la puerta y entré en casa. Todo estaba oscuro. No había nadie.
"Mejor así" pensé.

Subí a mi habitación. Notaba que algo en mi había cambiado.

Su olor me perturbaba. No podía parar de recordar de la manera en la que su mano recorría mi pierna. Su mirada. Su abrazo. Había superado todas mis expectativas. Sentía su voz susurrando mi oído y ni siquiera estaba allí. El corazón se me aceleró.

Tenía mono de Justin.

Había oído hablar de eso que te da cuando lo ves y te lo quitan. Cuando lo tienes que dejar marchar. Decían que era la peor sensación del mundo, y lo era.

El reloj marcaba las 10 de la noche y yo seguía sentada en mi cama mirando aquel póster. Amaba aquel póster.

Creo que estaba en shock. No podía moverme y la imagen de su rostro palpitaba en mis pupilas a la vez que mi corazón resonaba con un pequeño pero intenso "bum".

Escuché la puerta y di un pequeño salto.

Bajé tranquila mientras escuchaba a mi madre preguntar si era yo la que estaba allí.
"Sí, sí mamá. Soy yo" le respondí una de las veces cuando noté que empezaba a ponerse nerviosa.

-¿Cómo ha ido todo? ¿Y el autobús? ¿Y la comida? ¿Has comido verdad?
-Mamá, todo ha estado bien.
Me abrazó.
-Me tenías muy preocupada. Ni teléfono ni nada. ¿Para qué lo quieres entonces? Para ti los mensajitos nada mas, ¿no? - dijo mientras soltaba el bolso y las llaves en el recibidor.
-No estoy de humor.
-Bueno, ¿Y tu gran amor? ¿Te firmó su maravilloso disco?
-Te he dicho que NO. ESTOY. DE. HUMOR. - repetí marcando las pausas para que se diese cuenta.
-Está bien, está bien. Deberías de estar contenta y feliz. Pero en cuanto llegas a casa se te olvida todo.
-Estoy feliz, pero eso no significa que tenga ganas de aguantar tonterías.
-¿Te firmó?
-Y más.
-¿Cómo que y más?
-Pues que hizo más que firmarme.
-No te entiendo.
-Nunca me entiendes.
-¿Te hiciste foto?
-También.
-¿También?
-Da igual mama.
-¿Lo tuviste cerca al menos?
-Muy cerca.
-Me alegro.
-Yo más.

Di la vuelta y me dirigí de nuevo a mi habitación con dirección al merchandise.

-Me dio algo impresionante. - alcé la voz desde mi cuarto intentando que mi madre se enterase.
-¿Qué? No me entero Ann. - escuché muy de lejos.

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