Llegó el día 9 por la mañana y fui a hablar con mi
madre. Esperaba que Ruth tambien se lo dijese a la suya.
-Mama, Justin va el dia 12 a Madrid y voy a ir.
-No puedes ir Ann. – dijo.
-Si que puedo. Ya reservé los billetes de autobus. Son
muy baratos y lo pagaré con el dinero que tengo ahorrado. No voy
sola, voy con Ruth y ya tengo 17 años, me puedo cuidar solita.
-Ni hablar. – dijo con voz burlona.
-No, ni hablar no. Si quieres bien y si no pues tambien.
Mama, voy a ir digas lo que digas. Me has dejado sin concierto y no
me vas a dejar sin esto. – respondí.
-Pero..
-Nada mama. Solo te estaba informando. – La interrumpí
mientras subía por las escaleras hacia mi cuarto.
Me daba igual lo que hiciese que nada me impediria ir a
ver a mi ídolo.
Llame a Ruth, y me dijo que se lo había dicho a su
madre pero que no la dejaba. Le dije que que era lo que pensaba
hacer, por que yo iba a ir si o si, y el autobus salia esa misma
noche a las 4 de la mañana. Y me dijo que intentaria convencerla.
Mientras, por detras, se escuchaban los gritos de la madre, diciendo
que como se le habia ocurrido y todo eso. Por otra parte, la madre de
Ruth se pasa con ella. Hay veces que ni la deja bajar a comprar el
pan.
Me hice un sandwich para comer. No me entraba nada en el
estómago.
A las 6 empecé a hacer la mochila. Lo que me pondrría
para verlo y la ropa de la ida y la vuelta. Aparte del disco, la
bandera y tal. Quería acostarme pronto aunque durmiera en el
autobus, y cuando iba a coger las cosas del aseo sono el telefono.
-¿Si? – dije levantandolo.
-Me quiero morir tia.. – dijo Ruth.
-No te dejan, ¿verdad?
-Dios tía, no. – respondio temblando y llorando.
-¿Y si te escapas?
-Venga ya. Saben a la hora que saldrá el autobus. No
dormiran por si se me ocurre irme.
-Bueno, tu intentalo. – le dije.
-Tía pero..
-Intentalo – le interrumpí.
Y colgé el telefono.
Me dormí a las 8 de la tarde y me preocupaba que Ruth
no pudiese venir conmigo.
*PI-PI-PI. PI-PI-PI* Sonaba el despertador. Eran
las 3 menos cuarto de la madrugada. Me vestí y sali de mi casa. Me
daba algo de miedo, era demasiado de noche y la estacion de autobuses
estaba como a un cuarto de hora de mi casa.
Llegue alli a las 3 y 10. Menos mal, no quería perder
el autobus ni por asomo.
Saqué un café de la maquina y me sente en unas
cristaleras para tener menos frio.
Eran las 4 menos 5 y Ruth no estaba, asi que decidi
subirme en el autobus. Me daba pena irme sin ella, pero tenía que
ir.
La gente ya subía, y cuando el conductor estaba
subiendo, allí, de lejos, vi a Ruth. Era ella seguro. Ese pataje no
podía ser de otra persona.
Entonces, el autobus arranco. Giré la cabeza asombrada
y grite “¡EEEEHHHHHH! ¡EEEEHHHHHH!” Y el autobus frenó. “¿Qué
pasa? ¿Está bien?” me pregunto el conductor. “Sí, sí. No se
preocupe pero espere, por favor. Ahí viene mi amiga y tiene que subir.”
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