sábado, 27 de abril de 2013

CAPITULO 12.

-Sube por favor.
-No puedo. - escuché como alargaba la 'o' intentando que me enterase mejor.
-Esta bien. - dije en un tono demasiado bajo para que se enterase.

Quedaban algo más de dos meses para el concierto.
Era en Madrid, el 24 de marzo en Madrid, así que no dudé en encender el laptop para reservar de nuevo el autobús.

Abrí directamente en la página. No quería entrar en Twitter, si lo hacía, los recuerdos de Justin me perturbarían aún más.

Sonó en teléfono.

-¿Cómo estás?
-¿Cómo crees?
-¿Enfadada?
-Pasemos del tema. ¿Vas a venir al tour conmigo en autobús?
-Ni lo dudes.
-Ruth, lo siento.
-Lo sé. - dijo seca.
-No me gusta pensar esas cosas. Sabes como soy con los chicos. Un puto cero a la izquierda.
-Solo por que tu quieres.
-Por que ellos no quieren, dirás.
-Ellos quieren todos. Lo que pasa es que tu no lo quieres ver.
-Seguro que es eso.
-Créeme Ann.
-No puedo.
-Bueno, ¿te veo mañana?
-Si por favor.
-Te mandaré un wa.
-Está bien.
-Te quiero. Y descansa, por favor. Ha sido un día demasiado largo.
-Lo haré.

Y colgué.

No se si quería decirme algo más, pero no la dejé hablar cuando ya había tirado el teléfono sobre la cama.

Era día 14 por la mañana.
Domingo 14 de enero.

El reloj marcaba las 12 de la mañana y yo aún seguía dormida. No recuerdo ni como ni por qué me quedé dormida, solo sé que llegué a mi cama por obra del Espíritu Santo, o quizás por obra de mi madre.

-ANN, EL DESAYUNO. - está vez mi madre gritó lo suficientemente fuerte para que me enterase.
-Jo.der. - susurré.
-Venga, que se enfría. - volvió a repetir muy fuerte.
-QUE VOY PESADA.

Sonó el timbre.

"No puede ser tío. Ya está aquí. Es que es zorra por naturaleza. ¿No duerme? ¿No vive?" pensé mientras me sentaba en la cama.

-Ann, que está aquí Ruth.
-Ya, ya lo sé mamá. - grité. - Ya bajo. - seguí.

Bajé despacio. Corría el riesgo de bajar rodando si no miraba bien donde pisaba. Todavía tenía los ojos pegados.

-¿Cómo lo haces?
-Que pesada Ruth. Me lo voy a acabar creyendo.
-Es que estás guapísima siempre. Dormida, despierta, en pijama, con tacones, con botines, eres asquerosa.
Mi madre carcajeó y yo la miré.
-Déjate de tonterías. - dije mientras cogía una tostada del plato.
-¿Quieres Ruth? - le preguntó mi madre tan educada como siempre.
-No, no. Gracias, pero ya he desayunado tata.

Mi madre no se llamaba "tata", pero así la llamaba ella, igual que yo a su madre. Desde mocosas las andamos llamando así.

-Bueno, ¿Y que hacemos hoy?
-Estudiar, que no hacéis nada.
-Cállate mamá. - le tiré un trozo de pan.
-¿Había algo para mañana? - dijo con esa cara de preocupación que siempre pone.
-Creo que no. No. No había nada.

Se relajó y se echó hacía atrás.

-¿Sabes que quedan 70 días para el concierto?
-Claro.
-Son muchos Ann.
-Demasiados.

Una lágrima cayó por mi mejilla.

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